¿Quién era
esa? ¿Qué mierda hacia espiándonos? No sabía de quien era cada voz, lo único
que sabía era es que me estaban persiguiendo y me querían tan muerta como al
chico que había el suelo desangrándose. La idea de que era unos asesinos,
violadores o pederastas, se fue formando en mi cabeza. Cerré los ojos y me pegue mas contra el árbol hasta que no oí
ningún ruido y cuando me dispuse a dar un paso y salir fuera de mi escondite,
alguien me atrapo y con demasiada poca delicadeza me cogió en volandas y me
tiro al suelo. Mi espalda fue a dar con el duro asfalto de la carretera y mis
ojos inevitablemente se llenaron de lágrimas, no daba crédito a lo que veía. El
mismo chico, el que estaba antes el suelo, el que habría apostado todo el
dinero de mis padres a que estaba muerto, ese mismo, es el que me había cogido
y ahora estaba tirada aquí tan inofensiva y frágil que me dio rabia, intente
guiarme por esa rabia que se había apoderado de mí y me levante, mire a mi
alrededor, buscando una salida pero por mi desgracia no encontré nada porque
antes siquiera de que pudiera intentarlo alguien me cogió del cuello y se
acerco a mi odio.
-
¿Se
puede saber de una puta vez quien eres?
-
Lo
mismo me gustaría preguntarte – Le mire con todo el asco que pude y él me
respondió sonriendo – Dejarme, por favor, no pienso contar nada a nadie.
-
Ojala
fuera tan fácil, preciosa…
Trague
saliva y lo mire a los ojos, unos ojos que me querían evitar. Dándome por
rendida me mire los pies y me encogí más
de lo que estaba, abrazándome las piernas. Eso supongo que era el fin, esa
sensación de darlo todo por perdido y de vacío en tu interior. Siempre me había
imaginado que moriría vieja y sola en una casa llena de gatos pero esto era
peor. No quería comerme la cabeza porque el chico que estaba muerto ahora me
quería matar a mí. Quizás era inmortal caníbales y yo había descubierto su
secreto. Sonreí irónicamente por lo patética que era mi explicación ante eso y
volví a sonreír a darme cuenta que en este mismo instante solo estaba pensado en
una persona y me acorde de sus labios sobre los míos. Si ahora lo veía más
claro que antes, no nos habíamos estado dando el lote toda la noche solo había
sido un simple beso, bueno supongo que eso, para él. Yo me intente aferra a ese
recuerdo si iba a morir mejor rápido y pensando en lo mejor que me había pasado
en toda mi vida. Me sorprendí a ver que no sacaban ningún artilugio con el que despedazarme y en
cambio un chico a que alguien de ellos, le había llamado Paul se acerco a mí,
cada vez más y más cerca … primero sus ojos fueron a parar mis labios y luego
un poco más abajo. Sentí el frio roce de sus labios en mi cuello cuando una voz
que la conocía bastante bien le grito y lo aparto de un puñetazo.
-
¿Pero
que mierda te crees que haces, imbécil? – Busque sus ojos pero él me ignoraba
por completo – dije que era mía, y es mas tu ya has comido antes.
Se me escapo
un chillido, bastante patético y me intente levantar pero no tenía fuerzas y
por fin llego el momento que había esperado en estas dos semanas, sus ojos se
quedaron fijos en los míos y de pronto su mirada se volvió preocupada, tierna,
llena de desesperación, de promesas; pero solo fue un segundo, tan rápido como
apareció se esfumo, como si nunca hubiera existido y volvió a ser ese tipo malote
con aires de insuficiencia… y me odie por estar tan enamorada de alguien como
Daniel. De pronto sus brazos me agarraron por la cintura sin mucha delicadeza
que digamos y me atrajo hacia él. Pero más que salvarme parecía estar enfadado
por no haberles llamado antes de despedazarme. Quizás eran una panda de locos
que mataban a gente por diversión.
-
Pero
que dices tío, haber venido antes – El tal Paul parecía que se había quedado con ganas.
-
¡Eh!
– dijo otro riendo – que lo decida ella.
Todos se
volvieron hacia mí con los rostros sonrientes y divertidos.
-
Basta
de tonterías, todos habéis almorzado menos yo… - Insistió Daniel, apretándome
un poco mas contra él.
Y nadie dijo
nada más, porque me cogió tan rápido que ni lo vi y empezó a correr de una
manera sobrehumana y hasta que estuvimos suficientemente lejos de ellos y del
instituto y nos acerquemos a lo que debía ser su casa… no me soltó. Reí
irónicamente, al final había conseguido lo que quería, estar con él a solas y
descubrir donde vivía.
Me dejo en
las escaleras de su portal, pero no me soltó. No pude creer lo que hacía hasta
que me atrajo hasta su pecho y paso los labios por mi cara, se acerco a mi oído
y me susurro un ¿estás bien? Demasiado delicado. Negué con la cabeza y deslice
suavemente mi cabeza entre su cuello y su clavícula. Era una sensación tan
buena que apenas me di cuenta que estaba llorando como una cosaca todo el rato.
-
Shh…
no pasa nada – murmuro abriendo la puerta de su casa, luego me dejo en el sofá
de su casa y se sentó a lado de mi. Volvió a mirarme una vez más y luego
suspiro - ¿Se puede saber que hacías espiándonos?
-
No
crees que soy yo la que tendría que preguntarte unas cuantas cosas – respondí,
hable bronca y seca - ¿Por qué estaba ese chico tirado… y… luego tan sano y … -
volví a romper a llorar a recordar lo sucedido – me querían hacer daño, verdad?
Yo no hecho nada malo, juro que no contare nada a nad…
-
Duérmete
un rato, luego hablaremos.
Me tendió en
el sofá y el hizo lo mismo. Me dolía todo, cada hueso y musculo, me dolían los
ojos de tanto llorar y el miedo que había pasado no ayudaba pero lo que más me
dolía era estar tan cerca de él y no poder tocarlo. Quizás era miedo al rechazo
pero me dio igual, me acerque a él y puse mi cabeza sobre su pecho, cerré los
ojos y espere a que el sueño o el cansancio se adueñara de mi….
-
¡Vete! – es lo primero que oí cuando abrí los
ojos – Tienes que irte ya a tu casa.
Estaba
vuelto, por lo que no le pude ver la cara. Parecía histérico y me abrió la
puerta para que saliera. Normalmente me hubiera sentido ofendida pero esto era
muy distinto me quede hay plantada y negué con la cabeza.
-
Antes
me has dicho que hablaríamos.
-
¿Por
qué lo tienes que llevar todo al límite? Te he dicho que te largues.
Volví a
negar con la cabeza y esta vez me acerque a él, pero aun estaba de espalda. Lo
cogí de la mano y me acerque a su oído:
-
Cuéntame
lo que pasa… - mire hacia la ventana, había oscurecido.
-
Dana
– se dio la vuelta y me enfrente a sus ojos verdes que ahora se habían vuelto
completamente negros y aunque por fuera era igual que antes por dentro le
estaba pasando algo, miro hacia la ventana y
coloco sus manos en mis mejillas – Es de noche, vete.
Cabezota
como nunca lo había sido, volví a negar con la cabeza y me acerque a sus labios
y un minuto antes de que sus labios encontraran los míos me murmuro.
-
Lo
siento.
Le bese con
tanta fuerza que un te quiero se hubiera quedado pequeño y luego lo acerque
más, ansiosa por todo lo que podía darme, el me apretaba y me volvió a susurra
lo siento antes de que sus labios bajaran hasta mi cuello y sintiera el frio roce
de sus dientes. Luego sentí un dolor punzante y todo se volvió negro. Era el
final del principio.
¡AI MARTA! Me encanta :) Buf, esta historia me puso los pelos de punta, y me encantó ;) ¡La tienes que seguir! Un besazo enorme :'D
ResponderEliminar