2. Complicaciones.

Hay un momento en nuestras vidas, en las queremos volver atrás o retroceder algunos segundos y no haberlo cagado todo. Yo estaba en unos de esos momentos. Me dolía el cuerpo y mi cabeza iba a explotar. Un momento… ¿Dónde estaba? Hice un gran esfuerzo para abrir los ojos y lo que me encontré fue un muchacho más o menos de mi edad, durmiendo a mi lado. Levante de pronto la cara y inevitablemente sonreí cuando lo vi de cerca. Su pelo moreno estaba alborotado, sus ojos grises cerrados daban la sensación de tranquilidad y sus labios, bueno mejor que  no hablemos de eso. Me acerque un poco más a él y sonreí irónica al pensar que él había sido “Mi héroe”. Levante la ceja como una idiota e intente salir de la cama, lo que provoco que todo mi cuerpo volviera a temblar y me cayera encima del frio suelo. Como se haya despertado y ahora me ayude a levantarme, esto será igual que en las películas (Esta bien, sé que tengo que dejar de pensar cosas idiotas). Pero para mi desgracia él siguió durmiendo. Me levante yo solita y me dirigí hacia la puerta y salí a un largo pasillo. Desorientada, buscaba impaciente un único lugar: El aseo. Sé que esto puede parecer gracioso pero cuando llevas de más de diez horas sin ir al baño luego te cuesta concentrarte en otra cosa. De pronto algo rozo mi hombro dolorido y di un salto.

-   ¿Eres tú la chica que trajo ayer Jace?

-   Mmn… nno see – me aclare la garganta y apenas reconocí mi voz cuando dije – Busco a Ana.

El nombre de Ana, provoco que su cara se desencajara y me mirase atónito. Me cogió de los hombros y me sacudiera unas cuantas veces.

-  ¿De qué conoces tu Ana? ¿Dónde está Ana?

Y fue en ese momento, cuando entendí porque Ana me había dicho que me fuera de allí. Esa era su casa.  Acababa de llegar a la casa de Ana. Mis ojos se abrieron a la vez que retrocedí.

-     -  Vine a buscarla, yo soy amiga suya y hace tiempo que no sabía nada de ella – mentí lo más rápido posible.

-  Pues niña, ya puedes irte a tu casa otra vez, Ana se fue hace 3 días y no la hemos visto – La voz de su padre sonaba ronca y amenazadora y de pronto entendí porque Ana se había marchado – Esa maleduca y desobediente jovencita, es nuestra perdición, si la ves dile de mi parte que le espera una buena cuando llegue a casa.

Mi mandíbula se desencajo ¿Como un padre no podía estar preocupa por su hija? ¿Ni siquiera se había molestado en buscarle? Retrocedí un paso. Se me habían ido todas las ganas de ir al aseo. Solo quería salir de esta casa.

-   Está bien, mejor me voy ya, no quisiera molestarles mas.

El hombre asintió y me acompaño hasta abajo.

-  Que te vaya bien, jovencita, espero que regreses bien a casa.

 Abro la boca para decir adiós, pero antes me cierra la puerta en las narices. No llevo ni más de dos minutos andando cuando alguien grita mi nombre, me vuelvo y me encuentro al chico de ojos grises.