8. Distracciones.

Si esto fuera una película, yo supongo que sería la mala. Esa adolescente orgullosa y que no encaja bien en ningún sitio, que solo quiere dar problemas, por eso se escapa de casa y dos semanas después vuelve pidiendo perdón. Los buenos serian mi familia, que tendrían que estar preocupados por mí, pegando carteles con mi cara por todos sitios y llamando a la policía sin cesar por si hay noticias. Y ahora va lo que no paro de preguntarme, adonde meto a Jace ¿No es el típico chico bonito y arrogante de los que se enamoran todas? ¿Y Ana la chica misteriosa que acaba enrollada con el amigo del novio de la marginada?

Gracias a dios, esto no es una película. En el mundo real hay menos acción y más decisiones incorrectas e injustas que no te llevan a ninguna parte. Cerré los ojos por un momento y me deje llevar por el sonido del agua. No hacia ni un solo día que se había ido y ya le echaba de menos. Esta mañana cuando me desperté me encontré a lado de la cama vieja donde dormía, una nota; las faltas de ortografía y la letra demasiado deprisa e imperfecta ya me habían dado saber que era de Jace, lo cual su firma solo me lo confirmo. Me había puesto frenética al leer:

Si te acabas de despertar y estas gritando por mi casa mi nombre, te aconsejo que dejes de buscar. Mañana volveré, me ha surgido un imprevisto. Volveré, no vayas a ningún sitio, aun nos quedan unos cuantos baños en el lago.          

                                                                                                 Un beso, Jace. 
                                                                                                                   

Me había dejado, con todo lo que habías pasado ayer. Después de salir del agua me conto que esto era un especie de camping. Había cabañas por todo el bosque, la gente solía allí en verano a pasar sus vacaciones, ya que solo tenias que llamar al número gigantesco de teléfono que había colgado en las ventanas  y alquilarlas hasta cuando te apeteciera. Y eso mismo es lo que hizo Jace. Nos pasemos el día en el sofá viendo la tele, no es que estuviéramos exactamente “acurrucados” viéndola, pero simplemente el hecho de tenerlo cerca aceleraba mi corazón. Luego dimos un paseo por los alrededores hasta que al fin, me convenció para llamar a mi madre. La llamada fue corta, ella me grito y luego pidió lo siento dije que solo estaba en casa de una amiga y que volvería pronto. Me aguante las lágrimas cuando me di cuenta de que había colgado. No había parado de toser en toda la conversación y yo me pregunta se había vuelto a fumar. Después de aquello, nos fuimos a nuestras camas. En habitación separadas para mi desgracia y me había levantado con esa nota. Y allí estaba yo, mirando el mar aburrida, mientras espera a que viniera Jace de algún sitio que no se había molestado en poner la nota. Cogí el dinero y me puse a caminar hacia una pequeña tienda de ropa que me había señalado un anciano, no muy lejos de aquí.

- Eh…. ¿Hola? ¿Hay alguien? – grite cuando llegue a lo que se supone que era la tienda.

A la tercera vez que llame y nadie contesto, volví a mi cabaña. Estaba subiendo las escaleras cuando de pronto me encuentro a Clara, sentada en la puerta, con su pelo rubio y sus pestañas demasiados largas gracias al rímel.

-¿Janis? ¿Qué haces tú aquí? – Su cara de asco hablaba por ella. Abrí la puerta.

-Yo también me alegro de verte – dije irónicamente y como la adolescente celosa que era en este momento,  le cerré la puerta en las narices.