5. Rabia

Dos horas después cuando volví a mirar el cielo oscuro, las ganas de volver a casa se apoderaron de mí. Nunca había estado tan lejos de casa y de noche. Yo era la típica chica buena que estudiaba y me comportaba siempre bien. Bueno al menos, era. Ahora no sabía que pensar en nada. Jace no paraba de parlotear y decir tonterías, lo peor de todo esto es que yo le seguía la corriente y siempre acabábamos peleando. Intentaba recordar las indicaciones de Ana, pero en el fondo, sabía que estaba perdida. 

- Ya te he dicho que eso a ti no te importa – le volví a repetir gritando.

- Oh vamos…. Janis, abra  alguna razón por la qu…

De pronto nos quedemos los dos callados. Delante nuestra había una pequeña casa de madera con luz dentro. Estábamos cansados, teníamos hambre y al menos yo tenía sueño. Así que ninguno dudo en acercase a la casita y tocar a la puerta. Pise un charco y Jace se rio de mí, lo cual logro cabrearme. Iba pegarle en el hombro cuando una rubia de película abrió la puerta.

- ¿Quién sois? – Dijo con voz aterciopelada luego me miro de arriba abajo y se paro en Jace - ¿Jace?

Eufórica lo cogió de la mano y lo abrazo luego gritaron unos cuantos ¡Tenía ganas de verte! y otros ¡Cuanto hace que no nos vemos! Y son esos los momentos que sobras y te quieres hacer pequeña e invisible. Pero yo seguí en cambio allí parada, viendo como salían los que supuse que eran sus padres  y se abrazaban otro poco. Me sentí tan ignorada por un momento que me di la vuela cuando otra vez su maldita mano, agarrándome.

- Eeeh esta es Janis, una…. amiga – Dudo tanto en que palabras describían nuestra relación de un día y medio que me dieron ganas de vomitar – Íbamos de paseo, pero se nos ha hecho tarde y…

- ¡Claro que podéis quedaros!

Después de lo que supuse que fue un cuestionario sobre quién era y que hacia allí, nos dieron de cenar y nos sentemos todos en el sofá. Yo sabía que no confinaban en mí. Pero yo de ellos tampoco lo haría. Iba despeinada, sucia y con ese vestido azul que me regalo mi abuela que me gustaba tanto, roto. Encima estaba perdiendo los nervios porque Jace y Clara (Si, me refiero a la rubia con las tetas operadas que nos abrió la puerta)  no dejaban de coquetear y de dejarme a un lado. Decidí ir al aseo y cuando me mire en el espejo ni me reconocí. Me mire unos instante intentando ver a las Janis que había sido de pequeña pero solo encontré un negro más oscuro de lo habitual en mis ojos. Iba a bajar cuando de pronto oí la voz de clara en la habitación de al lado.

- Siempre me quede con la curiosidad de saber porque no me besaste esa noche.

- Si te digo la verdad, ganas no me faltaban.

- Pues aun estas a tiempo.

Y  cuando vi que juntaron sus cabezas y los labios de Jace buscaron los suyos, las lagrimas no fue nada comparado con lo que sentí. Desconfiada, traicionada. Así que guiada por la rabia baje las escaleras y dije:

-Mmm agradezco mucho lo que están haciendo por mi – musite – pero no hace falta que me quede  a dormir, si sois tan amables de dejarme un teléfono llamare a mi madre y no tendré que molestaros mas.

En dos segundos tenía un móvil en la mano. No llame a mi madre, pues aun tenía la esperanza de encontrar a Ana además Jace no se entero pues parecía estar muy ocupado. Salí por la puerta decidida y me guie por la luz de la luna llena. Encontré un árbol cercano y me derrumbe allí, llore un poco y luego solo sentí la misma rabia que antes. Me quede durmiendo cuando oí la puerta de la casita de madera otra vez abrirse.