Hace unos años, antes de que mi mundo fuera lo que es ahora,
vi en una calle una pareja entrelazar
sus dedos, pude ver su conexión; el pequeño infinito que tenían agarrado
en ese momento. Encontré sin querer su secreto. Y a partir de ese día, decidí
buscar el amor. En todas partes, no exagero. Lo buscaba en las sonrisas, en los
ojos, en los alrededores, en los abrazos, en la lluvia mojándolo todo, en el
mar, en los temblores, en las lágrimas, en los besos… lo busque hasta la noche
en que me fui consciente de que la palabra amor y la palabra odio estaban muy
cerca. ¿Y si la pareja del parque solo aparentaban tener algo que no tenían? Y por
eso decidí preguntarle a la única persona que siempre resolvía mis dudas; esa
persona que está en nuestra vida y tiene una solución fácil a lo difícil.
- Cariño, ¿Por qué buscas el amor en todas partes
menos en ti?
Y con el paso del tiempo no conseguí saber lo que era
exactamente pero estoy segura de que lo
encontré, quizás no en mí, pero si en mis padres, en mis abuelos, en los que me miraban con brillo en los ojos… todos me querían de forma diferente y única. Y yo lo acepte todo y jure
que les dedicaría a ellos todas mis sonrisas.
Por eso, en los días que te quieres encontrar, en esos, que
no sabes adonde te diriges; esas tardes en las que los escritores no encuentran
las palabras exactas y le tiemblan las manos, en las que los más valientes no pueden deshacerse del nudo de la garganta
y las promesas se despiden con lloros; pasaba cerca de allí; hace años que deje
ir, hace años que deje de soñar que me encontraría otra vez con ellos, hace
años que decidí crecer, hace años que no busco el amor.
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